domingo, 8 de noviembre de 2015

Los Olivos

Acabamos de hacer la vendimia y ya hemos terminado con la fermentación alcohólica. Es el momento de prestar atención a los olivos.


He de decir que mi relación con el mundo del aceite y las almazaras, aquí frantoi ( frantoio en singular), empezó a la vez que con el vino y siempre en Italia, con la diferencia de que de aceite no sé nada. Me limito a disfrutar de su sabor y versatilidad. Mi única relación con los olivos hasta entonces había sido de lejos, cuando cruzaba Jaén de camino a Sevilla, en mi más tierna infancia.




Aquí en Toscana, la aceituna se recoge inmediatamente después de la uva. Esto es finales de octubre o principios de noviembre. No se parecen en nada a los olivos españoles, primero porque los podan de una forma diferente, haciendo de ellos árboles estilizados, todo lo contrario que los conocidos aquí en España, que los dejan mucho más redondos.


Y segundo, porque hubo una gran helada en Toscana en los años 80 y se murieron el 90% de ellos, por lo que los de esa zona son relativamente jóvenes o han rebrotado, salvo alguna joya que se salvó.



Una de las experiencias más bonitas que he tenido ha sido a principios de noviembre en un día espectacular, fresco claro y con un sol precioso, recoger con mi hijo la aceituna. Como el que recoge picotas. Crac, crac, crac, crac…cogiendo la rama desde el tronco entre tus dedos, deslizándolos hacia el exterior mientras vas arrancando las aceitunas  que van a parar a tu mano en puñados, ¡una gozada!


Es una época preciosa para visitar Montalcino. La vendimia ya ha terminado, la gente está relajada, el trabajo está en bodega. Las viñas adquieren esos tonos cobrizos que dan al paisaje ese color espectacular.


Todavía no ha llegado el frío. ¡Y el nuevo aceite ya está aquí! Verde, turbio, fresco, recién prensado…, zumo de aceituna.


La trasladas a la almazara por un bucólico camino...


Y la cuidan como si fuera suya, para entregarte únicamente lo mejor de ella...



Los palets van personalizados...


Para que solo te lleves el jugo de tu aceituna...


Descargan...


Seleccionan...



¡Y se obra el milagro!


Todo, absolutamente todo, es rociado con este oro líquido. Sobre carnes, pescados, cremas y, por supuesto, ensaladas.


Nosotros no lo comercializamos porque es poquito, sólo para uso familiar y os aseguro que sabe a gloria.


Allí todos lo colocan con orgullo en sus mesas. En las casas, en los restaurantes, donde quiera que vayas, esa familia tiene olivos y se enorgullece de compartirlo. Especiado y picante. Delicioso.




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