domingo, 27 de diciembre de 2015

SQD

                                                                                    Meat Point

Julien Escudé y Carolina Ruiz son los propietarios de este restaurante. Un bistró hispano francés en el que tan sólo hemos colaborado  con nuestras mesas, pero el resultado ha sido tan especial, que no me he podido resistir a hacer este post y recomendároslo. Mucho más en estas fechas en las que el ocio es casi una obligación.



Julien Escudé, popular futbolista internacionalmente conocido por todos los aficionados a este deporte. Carolina Ruiz, esposa de Julien y profesional de la hostelería familiar que ha correteado entre fogones y clientes desde que nació.

Ellos han sabido complementar sus dos profesiones. En la primera etapa de su relación, fue Carolina la que siguió a Julien a lo largo y ancho del planeta. A los dos les gustan las mismas cosas y se compenetran a la perfección. Ellos sabían que antes o después levantarían un proyecto hostelero y ha sido en esta segunda etapa donde han puesto en pie el sueño que comenzó en Estambul. Julien como cabeza visible, imagen y anfitrión de lo que hoy es su bebé, y Carolina, guiando desde bambalinas toda la dirección.

Para ello se prepararon con empeño recorriendo las mejores granjas ganaderas de Inglaterra, Francia y España, dando al artesano ganadero el lugar que se merece, bajo la atenta mirada de su asesor y maestro Yves Marie Le Bourdonec.



Bajo el manto de una recién nacida amistad con la decoradora Inés Benavides, con la que comenzaron su relación con el proyecto de su primera casa en España, se empezó a forjar
su relación profesional y complicidad que hoy les une.


En una atmósfera “très chic” de finales de los 50´s se encuentra este bistró en el que su seña de identidad se ve desde los gigantes ventanales del local, situado en la calle Villanueva, con unas maravillosas vistas a una de las fachadas laterales de la Biblioteca Nacional.


Según entras, tus ojos se encuentran con su vitrina de carne, sus vinos y su cocina vista, con un mostrador al más puro estilo japonés, donde la sincronización de cuerpos trabajando en equipo es vertiginosa.



Tienes dos opciones: subir por la larga escalera y encontrarte con su estratégica barra, que me tiene enamorada, desde donde puedes, desde tomarte un cóctel o comer en la intimidad y controlado todo desde las alturas.


A la izquierda unas cuantas mesas individuales y otra larga mesa escondida entre cortinas, como reservado.


La segunda opción es, tras bajar unos escalones y dejar la cocina a tu izquierda, toparte  con la sala principal del restaurante decorada por Inés.


Ella junto a Carolina y Julien ha supervisado hasta el más mínimo detalle para que todo encaje.






La lámpara encontrada en Portugal le da ese toque encantador de atmósfera internacional.


El servicio es fantástico y la carta, mejor, basando su filosofía en la materia prima de carnes y verduras de temporada. Su carta de vinos es muy interesante, mezclando con frescura lo que los dos grandes países vinícolas nos pueden ofrecer.

Por último, la cuidada elección de sus cuchillos de Laguiole, que han sido diseñados para el restaurante del prestigioso Michel Bra.


También han creado “El club de Cuchilleros”. Este club está formado por los clientes más fieles de SQD. Se puede entrar en este particular club, después de haber comido en él un mínimo de 14 ocasiones, que es el número que siempre ha llevado Julien en la camiseta. A partir de ese momento, Julien y Carolina personalizan uno de esos cuchillos dedicados
para su club y el cliente siempre que vaya a comer, lo hará con su cuchillo personal.


En resumen, una nueva oferta para nuestra ciudad, con un espíritu europeo, hecho con mucho amor y mejor gusto.

domingo, 20 de diciembre de 2015

THE MAD ROOM

Aparecí en el almacén con un poco de mi dulce membrillo para despistar. Mientras los tenía distraídos, me colé en sus oficinas. Ya tenía localizados sus archivos de otras incursiones. Debía encontrar mi objetivo, aunque no estaba segura de cuál era. No tardé demasiado en toparme con él.

¡Era perfecto! THE MAD ROOM, una  peluquería situada en pleno barrio de Salamanca, en la calle Villalar, 1.


Habíamos colaborado con ellos con varias piezas RECOUPAGE. No podía existir mejor objetivo: investigar en plenas fechas navideñas una nueva peluquería. ¡Mis caderas no corrían peligro!

Me dirigí a mi objetivo a la hora señalada.


El local estaba a pleno rendimiento.



Como todavía estaban ocupadas y bastante distraídas, saqué mi cámara espía y me dediqué a tomar nota de toda su decoración.






Le habían sacado un gran partido al local, adaptando con armonía los materiales que el propio edificio ofrecía, como era el granito de la zona de la fachada y el viejo ladrillo que tantos años había estado oculto, incluso en la zona abovedada del área de estética, dándole un look muy chulo.



Estos los habían combinado con los objetos RECOUPAGE que habían adquirido y otras piezas muy interesantes.


Me avisaron que ya era mi turno y bajé a la zona de estética para hacerme la manicura.




En ella encontré una de nuestras sillas de barbero que tanto me gustan y toda la sala estaba decorada con nuestras lámparas industriales.


Una vez terminadas mis manos con productos LCN, me pidieron que subiera  a la zona de lavado.


Un espacio tranquilo y relajante donde me hicieron un tratamiento capilar con la nueva gama de productos de peluquería  SHU UEMURA y que me dejó el pelo fantástico.




Después, Nadia Barrientos, cabeza visible  y cerebro del proyecto, me estaba esperando para dar a mi pelo los últimos toques para quedar estupenda.




THE MAD ROOM ha sido todo un descubrimiento,  un novedoso proyecto estético formado por Nadia Barrientos y un gran equipo que ofrecen todo tipo de tratamientos, en un espacio realmente nuevo y fuera de la ya trillada decoración de las peluquerías y centros de estética con esa atmósfera minimalista, fría y plástica. De hecho, en el último AR se publicó un reportaje de belleza de Vanesa Romero, realizado en The Mad Room con la dirección estética de  Nadia Barrientos.

En resumen, descubrí  gracias a RECOUPAGE un nuevo destino para mi pelo, con productos de muy buena calidad y una atmósfera encantadora. ¡Que dura es la vida de espía!

domingo, 13 de diciembre de 2015

JAPÓN I



                                                            El imperio del sol naciente

¡¡¡Me encanta mi trabajo!!! No solo lo hago en un lugar maravilloso, haciendo mi  delicioso PININO, sino que me permite viajar a lugares lejanos como éste.


Me apasiona conocer otras culturas. Me enriquece, es como entrar en otra dimensión. Y este  destino en especial ha sido uno de mis preferidos. Salvo el lado misógino que tienen, su cultura está llena de principios, honor, respeto y civismo.

El viaje comenzó interesante, teniendo que volar a Helsinki para, desde allí, hacer vuelo directo a Tokio. Tuvimos que espera tres horas para la conexión, con lo que nos dio tiempo a cotillear las tiendas del aeropuerto y disfrutar de su comida.


En ellas encontrabas, desde la piel de un oso, con garras incluidas, conservas de carne de arce y un montón de productos enlatados que no entendimos qué diantre eran, otro mundo.



Me dio la impresión de gente muy tranquila y educada, que hablan en voz baja. No como los españoles, que se nos localiza  a leguas por ese volumen de voz tan nuestro.

Aunque el ratio de suicidio en los países nórdicos es el más alto, no es de extrañar ¡no querría yo verme a mí seis meses incomunicada por la nieve! ¿Conocéis el “monólogo del reno”? ¡Me parto!


Con lo ceremoniosos que son en Japón lo primero que empecé a investigar fueron leyes básicas de protocolo. Además de lo ya conocido como es que el blanco es luto y que todo se entrega y se recibe con las dos manos a la vez, me quedé bloqueada cuando leí que era de mala educación enseñar los dientes, ya que para ellos son huesos y los consideran algo “íntimo” ¡Yooo, que tengo una boca como un buzón de correos y no paro de sonreir!!! Bueno, ya lo solucionaremos sobre la marcha, pensé.



Cuando aterrizamos en Tokio nos adentramos en una mezcla entre “Doraimon” y “El Imperio del sol Naciente”.



Te encuentras con esa tipografía de película manga por todos lados, a la vez que te cruzas con elegantísimas Geishas, que luego descubres que no son Gheishas, sino que el   Kimono es el traje típico.


Se mueven con delicadeza, como si flotaran. Con parsimonia, dando oportunidad a disfrutar de su belleza.


Y a su vez convive la mujer cosmopolíta e independiente.


Son tremendamente limpios, no se ve ni un solo papel en la calle y mucho menos un chicle pegado en la acera. Te encuentras con personas, no operarios de limpieza, sino empleados de las oficinas, que salen a la calle para dejar la acera de su edificio impoluta.


Es de mala educación fumar en la calle, pero no al estilo americano, porque después de las largas jornadas de oficina se aglutinan en los recreativos para jugar a las maquinitas y fumar como chimeneas.

Los taxis están limpísimos y todos cubiertos con fundas de algodón blancas, muy estilo abuelilla, pero limpios como la patena. Además, todos los conductores van con guantes blancos.
¡Y no hablemos de los WCs! Están todos automatizados, autolimpiables y auto todo, que no sabes si te van a absorber o lanzar por los aires si das al botón equivocado.

La única pena de estos viajes es que solo tienes tiempo libre el día de llegada y poco más, dejando para otra ocasión la oportunidad de hacer turismo y no quedarte con tan solo el 5% de todo lo que ese país te puede ofrecer. Con la cantidad de templos maravillosos y jardines ZEN que te pueden ofrecer. Según empiezas con el tasting ya no tienes ni un minuto libre entre importadores y clientes. Pero ya os contaré.